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jueves, 21 de junio de 2012

EN BOCA DE TOOS (Cuentos de los muchachos del rincón)

“EN
BOCA
DE
TOOS”
(CUENTOS DE LOS MUCHACHOS DEL RINCÓN)
09051999











La sombra del viejo molino, derruido por las constantes riadas, en el vado de los contrabandistas, moría en el frescor mañanero del río.

 Bastián el joven-viejo parcelero y padre de nueve hijos, se dirigía a hacer “la semana” en la ciudad. Un día alegre, generalmente los sábados en que se compraba aquello que no se encontraba en la ventas del Rincón, tanto de España o de Portugal. Esa herramienta rara, ese trozo de tela, los zapatos “gorila” nuevos para uno de los chicos, que los esperaba con impaciencia por la pelota de goma que regalaban con cada par.

Ese día le tocó la suerte de acompañarle al “Rejú”, el más pequeño de la camada, porque el “Rejú”, en esta bendita y dura tierra era el último melón que daba la mata y ya agotada de producir, solía ser un meloncito pequeño y de baja calidad.
Sí había razones para llamar así al niño, que a sus catorce años era de baja estatura como sus padres, pero en lo de la calidad, no cuadraba pues era despierto, curioso, dicharachero y más aventajado en las clases que el resto de sus compañeros. Llevaba el chaval, de las riendas un viejo jaco que les ayudaría a acarrear los pertrechos que comprarían.

El camino a la ciudad, de unas dos leguas, daba para mucho tiempo de plática y conocerse el padre y el hijo. Este camino, bordeando el río, recorría el lugar longitudinalmente y como la mañana era plácida, iban despacio delante de la mula; cuando llegaron a la cantina del Rincón, la más cercana a la raya. No había ningún parroquiano a esa hora tan temprana y estaba cerrada y de lejos les llegó la voz de la cantinera que trajinaba con los pollos en el corral trasero:
-¡El Bastian y el Rejú, mu de mañana; si serán brutos, la mula bien descansá y ellos gastando alpargatas.
-¿Ha oído usté eso, pare?
-¡Sube a la mula hijo y al camino!

El camino, entraba ahora entre las alamedas y se acercaba mucho al río y en ambas orillas, al ser tan temprano, dominaban las nieblas y el agua casi no se veía. Pronto avistaron la choza de Pepe el “pescaó”, que con su barca, socorría a los lugareños en tiempos de crecidas, dejando a salvo en tierra firme enseres y animales, además de surtir de pescado fresco y barato a todo el Rincón

-¡Vamos a vé, mozalgón, a ti no te da vergüenza con la tu edá joven y encaramao encima la mula ,mientras el probe de tu padre, cansao que trabajá tie que í a pie! ,¡Abájate y deja al viejo!

Y así lo hicieron, subió el padre al jaco y el “rejú”, iba delante llevando las riendas.

Cerca del vado de los “ajogaos”, el río se ensanchaba en una gran superficie plateada, donde hacía quieta lámina y que todos los paisanos conocían como “el charcón de los pollos” nombre que nadie supo nunca explicar porque pollos los había en todas las parcelas. María “la comina” famosa por sus manos en la cocina, estaba en la orilla lavando la ropa, cuando vío llegar al grupo.

-¿Qué?, ¿A jacé el avio de la semana?. Pobrecito “Reju”, debes de anda cansao de tanto camino. ¿Por qué no se subes tú tamién al rucio?.

Cuando se despidieron.
 -¡Pare, m´está cansando la pacencia tanta conseja!
-¡Tranquilo hijo, que la gente es asina!

Era ya más de media mañana cuando llegaron al vado de “la mina”, desde donde ya se avistaban las casas primeras de la ciudad. Al cruzar el río para enfilar “malos caminos” pararon en una vieja fábrica de ladrillos que siempre estuvo allí.
Cada obrero embarrizado se dedicaba a sus tareas. Un grupo almorzaba entre el barro.

-¡Bastian, que has traío de comé pa pasá el día!
Y, Bastian chungo:
-¡Chorizo de la mi matanza, pa los cuatro!
-¡ Pos pasa un trozo!
-¡NO m´has entendio PA LOS CUATRO y señalaba alternativamente sus labios y los labios de su hijo!
-¡Que brutos son, van a reventar a la pobre mula-musitó uno de los embarrados.
-¡Si es que son mu brutos, del Rincón tenían que sé. Murmuró el otro.

Los comentarios de los obreros no pasaron desapercibidos al chico, que ya en el camino de nuevo, le dijo a su padre sin poder contenerse!

-Pare, ¿sabe usté? Que qué verdá é que el que enseña el culo al concejo, unos dicen que blanco y otros que negro. Lo que tenemos que jacé, pa no está en boca de toos: Usté se pone delante, yo detrá y entramos en el mercao con la mula a cuestas!           


Marcial-Jesús Hueros Iglesias
09051999                                        

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