jueves, 24 de febrero de 2011

al final



¿Quién a pagar esto?

El dolor sordo de un día tras otro; 
el dolor profundo que deja sin aliento el alma,
que te aliena, que te invalida, 
para otros sentimientos.
La impotencia, de luchar contra fuerzas que no comprendes,
de intentar demostrar a los demás lo que para tí es evidente.

El llanto, que brota sin sentido, 
sin tú llamarlo,
que no libera,
que no desahoga,...
llanto al fin... inútil.

la soledad,
de horas, 
de días.
La soledad de un niño perdido en una feria, donde no oye los sonidos de la música, ni ve los destellos de las luces de colores.

¿QUIÉN VA A PAGAR ESTO?


Quién va a pagar los sueños rotos, 
las ilusiones perdidas por los recuerdos muertos..
y, quién,  por la desesperanza de un mañana incierto
 en cada amanecer indiferente
cuando rompe el día.
 
¿Y?, la nostalgia de otros mundos vividos, 
ya muy lejanos y que acuden para
despertar amarguras.

El fracaso por entregarlo todo para al final recibir
el premio de la incomprensión y la indiferencia.

La angustia que atenaza al alma, 
que hunde el espíritu,
hasta hacer renegar de la vida.
 
La pena que anida rencorosa en el corazón y la impotencia de no poder renegar de ella
Y, al fin, el desprecio.



¿Quién me va a devolver el tiempo perdido?
 
Pasaran los años y con ellos se cerraran las heridas; la piel ya no será la misma; por siempre lucirá la cicatríz.
CON EL TIEMPO PENSÉ QUE LLEGARÍA EL PERDÓN Y QUIZÁS EL OLVIDO;
HOY SE QUE NO ES POSIBLE NI EL OLVIDO , NI EL PERDÓN. 






miércoles, 23 de febrero de 2011

Ucrania 200211


Había levantado la mañana fría.
Era un pueblo portugués y amanecía en la amplia plaza sin soportales ni nada
destacable que no fuera la casa de los seis balcones, cada uno diferente.

Me detuve bajo la farola que aún lucía.
Reconfortado por el calor del  vehículo.
Y, en la ventanilla empañada, apareció la bella cara de un niño-
-la idealización de un ángel reencarnado-, aplastaba su naricilla roja contra el cristal,
tocado de un viejo gorro orejero, de los que usan en las antiplanicies andinas y asomando del colorido sombrero de lana, unos mechones de cabellos rubios que se agitaban cada poco por el viento gélido del alba.

Yo, en mi cálido refugio; tras el cristal... la vida y más allá la niebla espesa.

Cuando reparé en sus ojos fijos en los mios, sentí miedo, mi ser ardía.
Se movieron sus tiernos labios y quise entender como en susurros:
-¡Dáme algo señor, soy ucraniano, estoy sólo y tengo frío!

No sé quien puso en mi mente aquella frase:
¡Te daría hasta mi vida si la necesitases!
Cuando volví la cara al cristal, el ángel ya no estaba.
Salí apresuradamente del auto, llevándome la mano al bolsillo en busca
de alguna triste moneda y, sólo,
para ver como su pequeña figura se perdía entre la niebla de la plaza.

lunes, 14 de febrero de 2011

salvaje



Todo lo que vieron sus ojos,
lo que oyeron sus oidos,
lo que su boca gustó,
las flores que olió y,
las pieles que acariciaron todos nuestros antepasados,
viven en lo que hoy enterramos,
en este cuerpecito que hoy damos a la tierra.

Pasó de unos a otros
hasta grabarse para la eternidad en su sangre,
por ello es sagrada para
los espíritus del aire.

Allí, reposará al pie del árbol,
más alto de la colina y, su sangre, nuestra sangre,
hermanada con la del tronco seguirá
viviendo para nosotros.

Verá la nieve y sentirá su frio,
las montañas hasta él, subiran los olores de las flores de la primavera,
de la tierra mojada, el humo de las cabañas,
el olor de los cuerpos niños y los jóvenes en flor y,
sentirá el roce de las lechuzas
que en la noche se posarán
en él
en busca de presas de entre los pastizales y,
que lo mecerá hasta dormir-!niño chico!,
mecido por el viento suave de los atardeceres.
Alborozado, recibirá los primeros rayos del nuevo día
mientras allé abajo los animales pacen tranquilos, ajenos a los rugidos del puma.

Y, añorará, quizás, no haber sido hombre
para ver retozar entre las cabañas,
niños de su cuerpo,
sabiendo que esos niños
también son su sangre,
guardada por cada uno y,
transmitida para saber que cada niño, es su niño,
que su sangre estará por siempre ahí,
la suya y la de todos sus ancestros que, la guardarán para él y,
los que le seguiran.
Desde su alta atalaya de árbol, verá el mundo que soñó y no fue suyo
.
!Y lo enterré!
¿Pórque me llamas Salvaje?
Tú, lo sacas de donde espera a la vida, lo rajas, lo trituras
para arrojarlo al mismo cubo donde mandas las mondas de patatas,
mezclas su sangre con latas herrumbrosas que duermen custodiadas
por ratas de vertederos.
!Haces de tu carne, basura que se pudrirá al sol en algún paraje inmundo y maloliente.

Desprecias su sangre, despreciando la tuya y la de tus antepasados y con él matas todo
lo que la vida te dió y con él también desaparece un poco del mundo.-