Tiñen los lirios de verdes y amarillos las orillas del Guadiana,
martinetes y avetorillos se disputan
los mejores sitios en los espadañales.
Fluye en río agónico, indiferente a las colonias de garcillas,
que gárrulas perturban la soledad de los atarfes,
minúsculos pájaros moscones se reclaman de rama en rama,
alegres, agradeciendo el calor del estío extremo.
Cuando la brisa abre los eucaliptales,
miméticos chotacabras acunan sus crías.
Amarillo de lirios, amarillo de oropéndolas,
que se recitan su amor de árbol en árbol.
Estalló el verano en todo su apogeo,
y el calor invade hasta las malezas más tupidas,
Martines pescadores se afanan en la pesca de alevines de barbos
y carpas para, saciar el hambre de sus crías en el túnel obscuro.
En lo profundo del soto el ruiseñor ha callado,
cansado de anunciar su primavera,
mientras estatuarias garzas, esperan lanzar su afilado pico
sobre los descuidados pececillos.
250506. Río Guadiana
A María y Alba
En los atardeceres del otoño,
con dos pesares en mi alma,
los seres alados calman,
para que las tinieblas lleguen.
Cuanto más la brisa es quieta y fresca,
me he sentado junto al río, y...
he querido que la noche no llegara.
000804
Cuanto miedo en la noche oscura
en la que el alma está dormida
y el cuerpo perecedero languidece.
¡Cuanta ausencia del nuevo amanecer!
¡Qué larga noche para la mente triste!
La vorágine de los precipicios, te prestan sus alas.
¡Cuanta melancolía anida en el ánimo!
¡Cuantos pesares en el seso lábil!
Tanta soledad oprime mi corazón atribulado.
Esperanzas rotas en la noche nebulosa,
en que mil demonios: asaltan, acosan y ganan.
¿Me rindo? No. ni un millón de abismos
detendrán mi marcha hacia la vida.
271104. M.J.Hueros