LOS CARTUJOS
El
comienzo de la historia de la Orden de los Cartujos, mitad leyenda, mitad
realidad, acaece hacia 1084 cuando San Bruno y seis acólitos, se retiran a orar
en la búsqueda de Dios en el desierto de Chartreuse, siendo consentidos por el
obispo de Grenoble a construir un cenobio gracias al sueño que tuvo al visionar
siete estrellas que bajaban a la tierra.
La
Orden de los Cartujos, es a lo largo de casi diez siglos la que ha profesado en
la práctica más austeridad de todas las órdenes de la Iglesia Católica.
Fundada
por San Bruno en el siglo XI con el lema: “STAT CRUX DUM VOLVITUR ORBIS” = “LA CRUZ
INAMOVIBLE MIENTRAS EL MUNDO GIRA”, busca una vida de oración y contemplación y
a través de los votos de obediencia, pobreza y castidad, unidas al total
silencio, conducir a la unión espiritual con el Sumo Hacedor.
VIDA
MONACAL
Organización:
Un
padre Prior, es el responsable máximo, es el encargado de velar por el
cumplimiento de las reglas y de asignar las tareas generales para el
mantenimiento de la comunidad que realizan los monjes independientemente y que
quedan reflejadas en una tábula (tabla) artística y artesanal, colocada en la
recepción del Monasterio.
Un
monje procurador, que atiende las necesidades materiales de los residentes:
monjes y hermanos.
Viven
en la Cartuja dos clases de religiosos, los CARTUJOS propiamente dichos que
profesan y reciben la ordenación sacerdotal, pero exentos de la dependencia de obispos y
cardenales. Sólo obedecen a su propia jerarquía que emana de un consiliario en
contacto directo con el Vaticano. La segunda clase son los HERMANOS, que
atienden a las necesidades de los Monjes, divididos en Conversos (con votos) y
los Donados sin ellos.
LA
CARTUJA.
Generalmente
de gran extensión por las curiosas características eremitas que practican, así,
los lugares comunes como el Claustro, Sala capitular, Refectorio, Iglesia,
Dependencias de servicios, etc. Y, las celdas de los monjes que poco tienen que
ver con las ideas preconcebidas en otras órdenes.
Consta
la "CELDA" de una primera sala con un reclinatorio y un altar a la
Santísima Virgen, donde el monje reza cuando entra y sale de ella y otros
momentos de recogimiento, que son muchos. Un salón espacioso con una fuente de
calor y un escritorio para trabajar leyendo o escribiendo y otras funciones
intelectuales. Una sala dormitorio para el descanso, Un taller para prácticas
manuales donde según sus dotes practican la pintura, la encuadernación, la
carpintería, etc., un servicio con sanitarios (La ducha es un viejo artilugio)
y por fin, un huerto personal para el cultivo de verduras, hortalizas,
frutales, flores...para contribuir al mantenimiento del convento y el excedente
para obras sociales. Generalmente, puede haber un segundo piso que se utiliza
como leñero.
LA
COMIDA.
Por
regla general es servida por los hermanos a los monjes en su propia celda
pasándola mediante un ventanuco junto a la puerta a media mañana y por la
tarde.
Pescados,
legumbres, verduras y frutas componen su régimen donde la carne está
completamente prohibida (Aún en caso de enfermedad) y los huevos, leche y sus
derivados tampoco entran en su alimentación en épocas de Cuaresma y Adviento.
En los meses de Septiembre a Diciembre, sólo hacen una comida a día reservando
para la cena un pequeño panecillo o bollo. Una vez a la semana (Optativo el
día) pero generalmente el lunes, sólo ingieren pan y agua.
Se
reúnen para comer en el refectorio, los domingos y días de fiesta, sentándose
aparte los hermanos y donde se leen pasajes bíblicos. El vino, de su propia
cosecha, está permitido en pequeñas dosis.
EL
SILENCIO.
Proverbial
en el conocimiento general. Es el eje en el que se sustenta toda la vida
monacal. Es fundamental para la oración y la contemplación y la palabra sólo se
utiliza para el canto en los oficios.
Los
domingos y fiestas, después de la comida común, hay un período de una hora (no
es estricto) para hablar y cambiar impresiones generalmente sobre lecturas y
donde el padre prior aprovecha para compartir noticias sobre los
acontecimientos que acaecen fuera del monasterio ya que es el único con acceso
a la prensa. Otros medios de comunicación, simplemente, NO EXISTEN.
Un
día a la semana, los lunes, se hace un paseo de tres horas fuera del convento
donde pueden explayarse con la palabra, paseando en las propias extensiones de
la Cartuja o por otros lugares, incluso habitados, donde no pueden recibir nada
de los lugareños ni hablar con ellos.
El
GRAN PASEO, es un día entero fuera del Convento, con comida comunitaria en el
campo y que se celebra una vez al año.
La
regla de Silencio es tan estricta, que incluso no se emplea la palabra en los
trabajos comunitarios (Excepto lo imprescindible para el buen desarrollo de la
tarea). En el ir y venir por el claustro en los traslados (muchos) de sus
celdas a la iglesia para los oficios: maitines, tercias, sextas, nonas, etc.
también mantienen completo silencio.
VIDA
ESPIRITUAL.
Hacen
dos turnos de sueño. El primero desde las 8 de la tarde a las 11.30 de la
noche, acuden la iglesias y se acuestan de nuevo a las 3 de la madrugada para
levantarse a la 6 y media para comenzar las tareas del día.
Descontando
las horas de sueño, los trabajos manuales, comidas, aseo, etc., el tiempo de
oración y estudio es de 14 horas, repartidas mitad en la celda, mitad en la
iglesia.
Los
libros de coros guían el canto de los Cartujos con total ausencia de
instrumentos. La Santa Misa, el rosario y otros oficios, aparte de los
comunitarios, las realizan exclusivamente para ellos el altares (pequeñas
capillas) en los claustros menores.
LA
MUERTE
El
cementerio Cartujo, participa de la sobriedad y la pobreza que impera en la
Orden. El algún lugar del jardín del claustro, entre cipreses, unas simples
cruces sin inscripciones ni marcas, indican la presencia del camposanto.
A
su muerte, se cava una fosa en la tierra del patio y mientras se lava al monje,
se le colocan el escapulario-cilicio, el hábito blanco y se cose la capucha; en
una mortaja oscura y tosca se le envuelve y con unas angarillas por el claustro
se le lleva a la tumba abierta, no sin antes haber velado el cuerpo con monjes
pareados y un gran cirio a los pies. Tras los rezos se le deposita directamente
en la tierra.
CHARTREUSE.
Conocido
y de gran fama es el licor que ancestralmente se fabrican en las Cartujas.
El
Chartreuse, de exquisito sabor y alta graduación alcohólica (40-58º), según las
variedades verde, amarilla o blanca, está compuesto de alcohol puro de vino y
de las esencias de más de 150 plantas (53 de ellas crecen en los Alpes) y cuya
composición es un secreto tan bien guardado como el de cierta bebida espumosa
conocida en todo el orbe.
Todos
los beneficios obtenidos de su venta y distribución se destinan al
mantenimiento de los Monasterios Cartujos y el resto a obras sociales.
©Marcial-Jesús
Hueros Iglesias.
Mayo
2015
(El hautor, certifica, que después de sucesivas
revisiones, este artículo no contiene ninguna errata)
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