Noviembre.
Muertos que nada y de nadie somos,
olvidados bajo los sarmentosos y retorcidos eucaliptos,
muertos que nadie ya recuerda y menos reza.
Cristo, Plomo, que roto, verdinegro de tiempo y soles
que tanto cortejo silencioso vio pasar hacia la noche obscura,
alumbrados de tenebrosas teas,
luchadoras tenaces contra el viento
que corría entre los troncos y helaba
las compungidas almas dolientes.
Un día,
un triste día para muchos;
a los que quedamos nos hicieron viejos,
aquí, comidos por las malezas
y restos de los árboles que nadie cuida ya
No nos visitan los tímidos pájaros y
el viento pasa de puntillas,
sin dejar huella.
Triste sonó la campana
de la recoleta capilla,
ahíta de tanto llanto y dolor…
¡Nos llevan…!
Vírgenes y Santos alegraban
su inmutable faz de décadas y centurias;
altares y hornacinas temblaron,
barruntando soledad..
Las vigas del artesonado techo sentían las cosquillas
de los gusanos que les roerían las entrañas
y, los arriates del camposanto empezaron a mustiar sus flores que antaño
lucían orgullosos.
Solo los árboles seguían sin inmutarse.
Ellos podrían ver por encima de la tapia a
los hombres arreglados de “disantos” pasear
camino de la misa dominguera con sus mujeres del brazo
y observarían a los niños jugar al corro y al “guá”.
Inclinarían sus copas para espiar a los enamorados
entregados en el silencio, la superstición y la soledad.
Los recordados, Los rezados, Los floridos.
Un día ,
un triste día,
los aviaron y en lóbrega procesión
marcharon a reposar,
entre jardines con flores polícromas y
saltarinas mariposas del amor.
Gorriones montanos y arrulladoras tórtolas
anidarían en los jóvenes cipreses de
savia virgen y vigorosa.
En la mañana escucharían el cantar
de los sepultureros en sus faenas y
el día de los “ tosantos” y el día de difuntos llegarían.
La feria mundana del pueblo.
Miles de flores muertas
alegrarían panteones y tumbas y los niños
se llamarían a voces, jugando al escondite
entre los túmulos y apedreando gatos tiñosos,
fijos del lugar donde retozaban a gusto todo el año
haciendo gatos.
Aquí,
No vienen ni los gatos.
En el viejo camposanto,
no hay visitas,
no hay día de difuntos
ni sepultureros dicharacheros y ocurrentes.
La capilla esta perdiendo sus carnes
ladrillos se caen a cachos,
a tiras sus vigas.
Ruinas.
Nuestras eternas posadas ¿?, se han ido abriendo a la luz del día y
del abandono
después de tantos años y,
asoman maderas que otrora fueron nobles,
agarraderos y crucifijos antaño bruñidos
lucen al aire aherrumbrados y colmados de cardenillo.
Al fondos de las fosas algunos fragmentos
de huesos que en otro tiempo nos sostuvieron
las calaveras que atesoraron nuestros
pensamientos y andrajosos trapos que
amortajaron nuestros despojos postreros.
Nieblas, fría de este Noviembre moribundo.
Silencio en el valle, antes de que cante el gallo.
Está amaneciendo
¡Que solos se quedan ALGUNOS MUERTOS!
Salvatierra de los Barros. Finando el mes de Noviembre de 2.007.
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