jueves, 17 de mayo de 2012

EL GÜERTECITO. 26122007

El “Güertecito”


Dos higueras jóvenes, un olivito y unas matas de “jabas”… algunas ramitas de cilantro- ¡Pá las jabas, ya se sabe!, es too lo que me quéa de una vida de privaciones por las circuntancias y los hijos ¡Qué eran muchos!

Me trajeron aquí, a estas casas de la orilla del río cuando la “mujé”cerró l´ojos pa siempre, allá en el pueblo.

Lo malvendieron “tó”y me trajeron pá está bien atendío
¡Y, no digo que no!
Pero, los recuerdos, las cosinas que jacían nuestro hogar s´han perdío en la memoria.

L´an tirao, la ropa d´ella que y´olia, recordando las negras noches de tormenta y “jielo”. Los dos acurrucaos en la yacija, con jambre pero juntitos y cuando algún zagal runcío de mieo metía su cuerpecito entre los nuestros y se dormia sonriendo en el regazo, que felí yo era.

¡Malos días!, ¡Cuánto pená pa echalos p´alante.
Aquellas benditas manos, estrozás de tanto lavá las probes ropas pá que fueran bien limpitos a la escuela.

Y…
El arte en aquellas ollas jaciendo que ná fuera argo y argo, tó.
No barrunto de aonde le venía la cencia divina pa tenernos a t ós mamteníos y ¡alegres!

¡Que buena “mujé”!. Pá mi que Díos le tiene que habé da to lo que aquí se le negó y… ¡con merecimientos!.

Me viene a las mientes el día de la “riá”, el chozo s´ iba halagando y las trazas cada ve eran peores.

Mientras el agua subía, ella corría a las partes más altas y…¡me tengo que reí!

A cuerpo partío, subía y bajaba a la choza llevando en un brazo un guarrino y en el otro un zagal y ahora un pollo mojao en uno y una vieja olla en el otro.

¡Qué guapa estaba tan encendía cuando en el alto jizimos una buena fogata a salvo los bártulos del agua y mientras la tormenta seguía sobre nuestras cabezas y los muchachos se resguardaban como podían bajo los sacos de plástico, riéndose de las ocurrencias qu´ella les decía.
¡Sabía jacé un jolgorio de la desgracia propia pa que los hijos no sufrieran!

Y, aquí, en este güertecito de la jigueras que nunca me darán sombra pero si algún jigo en el verano que llevo a mi casa orgulloso, pá oí lo de siempre: ¡En cá el” Quina” se venden a peseta el kilo!

No saben que en ese jiguito o en el puñao de aceitunas machás del otoño está to un mundo, mi mundo,.
Y, que unas “jabas” guisás con cilantro son un bocao de dioses pá mí.
¡La vida m´entra a cucharás!
La vida que en recuerdos cruza ante mí en esta mañana neblinosa y fria.

Marcial-Jesús Hueros Iglesias. 26 Diciembre 2.007

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