martes, 1 de mayo de 2012

LA PALIZA. (Cuentos de los muchachos del Rincón)




LA
PALIZA
(CUENTOS DE LOS M UCHACHOS DEL RINCÓN)
06012005

"Eso que estabas contando me ha recordado lo que le pasó, también por esta fechas pero hace unos años, a tres jóvenes contrabandistas del Rincón que tuvieron un mal encuentro en una noche de aventuras, malo o bueno, según se mire porque tuvo un bonito final"

Olía el aire a candelas, a ese típico olor de las señaladas fechas, en que las nieblas matinales y el frío intenso, no hacen rememorar la  pasada infancia, los días felices en que faltaba de todo menos lo más importante, la alegría y las ganas de vivir. Cuando bailaba en el aire ese aroma de encina quemada nos acudía a la mente la llamada:
-!Ya güele a Navidá!

Una noche el "Cagarri", el "Cilipe" y el "Manu" los dos primeros hermanos de madre, aunque de padre desconocido y el tercero un primo, según ellos mismo decían pero que nadie se había molestado en averiguar. Aunque la palabra "primo" aquí se solía utilizar entre los muchachos para designar a alguien muy cercano, sin necesidad de pertenecer a su misma familia. "Primo" en su sentido peyorativo era otra cosa.

Andarían los tres por los diecisiete o dieciocho años y para conseguir algo de dinero para pasar esos días, decidieron cruzar la frontera y pasar algo de café, para de estraperlo venderlo en España, consiguiendo una buena ganancia.
Aunque generalmente el contrabando era practicado en "cuadrillas" más o menos numerosas de hombres- a mayor número de "cuadrilleros" mayor ganancia para el "jefe" que era quien generalmente ponía el capital y mayor seguridad pues les permitía llevar gentes de avanzadilla y detectar las posibles pareja de guardias civiles o de "guardiñas" en el país vecino.

Cualquiera podía pasar la frontera y volver trayendo lo que quisiese y ganarse un dinero. Quien lo practicaba libre, no era molestado, con la máxima:
!allá cada cual con su cuerpo!
Pues lo cierto, es que era eso lo que se jugaban. Se arriesgaban tanto en un lado como en otro de la frontera, a que les disparasen los representantes de la autoridad, que desde luego no se andaban con tonterías. Eran considerados como enemigos de la sociedad por el perjuicio económico - que decían- causaban al país de origen y en realidad el volumen de "lo pasado", al ser tantos "los mochileros" en la vasta frontera ascendía a un volumen importante. Prácticamente todos los pueblos rayanos de ambos lados vivían de estas actividades.

Fue una noche, en la ribera, un riachuelo que separa ambos países antes de que lo haga el gran Guadiana, volvían del otro lado de la Raya, no con una gran carga como era normal de veinte o veinticinco kilos- según las fuerzas de cada uno- sino con una pequeña carga que ellos llaman "fiador" entre cinco y diez kilos de café que vendido en España les reportaría  un buen dinero-"pá los gastos de las fiestas"- vendido incluso hasta diez veces más de lo pagado, dependiendo de cómo estuviera el mercado de abastecido.

"Esa noche, aún la niebla no se había levantado, cuando nada más cruzar el Caya, los esperaba la Guardia Civil- un cabo y dos números- que les dieron el alto.

-!Coño!, que tres patitas pa un banco- los saludó el cabo- pasais últimamente del chupete a la mochila y no p´al colegio precisamente.
-Lo que pasamos es mucha jambre- respondió "Manu" el que menos estaba asustado de los tres.

De más sabían cúal sería el final de esa historia y de ahí, el miedo que tenían en el cuerpo. Les esperaba, el cuartelillo, algunos mamporros de algún frustrado guardia y como mínimo tres meses de cárcel en el penal de Pardaleras.
-Ustedes, como tién economato, no les falta de ná y to les sale más barato-terminó el "Manu"
-!No, hijo, no!- aquí pasamos hambre toos, unos más que otros, como siempre ha sido y como siempre será. Estamos toos de mal año y vosotros además, de mala suerte,  por heberos encontrao con nosotros.

A pesar de la mala fama que entre "las sombras de la noche" tenían todos los civiles, el cabo Crisanto era uno de los pocos que se salvaba.
-Este es nuestro "jorná" y la cazuela de los hermanos pequeños.
-!Si, pero comprenderme!, esta también es la cazuela de nuestros hijos y si os digo la verdá no estábamos por vosotros, ha sido una casualidá, mala pa vosotros y buena pa nosotros.
-Pos si es asin hagan que no nos han visto- se atrevió a intervenir "Cilipe"- el más callado de los tres.
- Sabes que eso no lo podemos hacé, un guardia puede que un día haga como que no os ha visto, pero aquí un compañero se va de la lengua y dice que os dejó escapar y el capitán no se pone muy contento y ya sabeis lo serios que son los oficiales y más si vienen de la Academia, como el que tenemos ahora. Es el pan de nuestro hijos, ¿lo entendeís?
-!Y es el pan de nuestros hermanos que nos esperan hambrientos pa podé comé- lloriqueaba "Cagarri"- que sabía hacerlo muy bien.
- "A otro perro con  ese hueso" y hablando de perros. A este perro viejo  no le valen llantos de “nena” y es que sois muy jóvenes. Un tío curtido en la Raya no lloriquea como vosotros. Cuando lo “pescan”, lo asumen, le echan dos cojones y así se ganan el respeto y el prestigio de los demás.

Estos hombres estaban acostumbrados a las miles de mentiras, enredos, disculpas… que utilizaban los "pandilleros" tratando de salvarse de la cárcel.

-Si quieres ganar un jornal honrao, te vas al campo ¡qué trabajo sobra!, pero lo de doblá la raspa es algo a lo que no estaís acostumbrados. Es mejor el dinerito fácil y las buenas tardes en las tabernas bebiendo vino y jugándose "los cuartos" al tute o al dominó esperando a la noche pa follaros a cualquier puta que aparezca o la vais a buscar a la calle "el burro" y a la noche siguiente sin un "puto duro", vuelta otra vez a los caminos a jodernos la vida a nosotros.
-¡No hacemos na malo!
-Pa vosotros, que ganais "perras" no, pero con el contrabando robais a los demás españoles.
-¡No robamos a nadie, compramos y vendemos y eso no está prohibido! Se notaba que "Manu" viendo que la detención era inevitable y los guardias insobornables comenzó a encenderse ante el pánico de sus primos.
-¡Claro!, pero no a los lados de la frontera. Si esto fuera legal, que pintábamos nosotros aquí.
-Pos ganarse la vida a costa del trabajo de muchos hombres como nosotros, que perseguís y nos robais las cargas. Cuantos sudores nos cuesta y no sabemos si las entregaís en la Comandancia.
"Cagarri" y "Cilipe" se miraron y ambos pensaron lo mismo:
"Ahora sí que la hemos cagao"

El " Manu", había ido demasiado lejos, le había salido del alma pero al instante, se había arrepentido de verter aquellas acusaciones.
-No he querío decir eso- a punto estaba de llorar- pero m´an dicho que algunas cargas llegan al barrio y no de manos de los contrabandistas.

 A "Manu" le empezaban a temblar las piernas.
La cara del cabo Crisanto era un poema:
- No os consiento- mocosos de mierda- esas calumnias al cuerpo de la Benemérita. Quedais detenidos y a pasar las Navidades en el cuartelillo y a la cárcel cuando lo dictamine el juez.
- Perdone usté  a mi primo, es que es de sangre mú caliente y dice lo que no debe. ¡No se las piensa!, se lo inventa.

-¡Bueno!, como mañana es Nochebuena, vamos a hacer una excepción, si es que nadie se entera. ¡A despelotarse!
-¡Con el frío que hace!
-! Más en los calabozos y en la cárcel!

Se comenzaron a desnudar lentamente, quedándose en calzoncillos.
-¡Poner la ropas en un montón!- apremió el cabo que había decidido ridiculizarlos como escarmiento. Era la primera vez que los veía y meterlos en la cárcel no les haría nada bien siendo tan jóvenes, pero se llevarían una buena lección.
-¡He dicho que a desnudarse! ¡En pelotas picás! ¡En bolas! Y miraba a uno de los números, el más joven, que no parpadeaba. Le habían dicho que parecía un poco "bujarra" y él los odiaba y más en su Cuerpo.

-¡Coño! pa lo poco que decís que hay pa comer, que bien hechos estáis, no se os ve delgados ni con pinta de estar enfermos- y mirando de reojo al número:
-!A ver! Quitaros de ahí las manos y poneos firmes!
!Joder! y que buenas pistolas gastaís, !Sereís el terror de las nenas del barrio!
-¡Es la herencia, seño cabo!- se atrevió a señalar "Cilipe"
-¡Pues motivo tenéis pa agradecerla, con esas armaduras bien se va a la guerra ¿Verdá Garrido?- y miraba al número que no perdía detalle-¿Será maricón? pensó para sí ¿ Y entre mis hombres?
¡Qué vergüenza!
-Señó cabo, hace un frío de cojones y se nos van a helá las herencias.
-¡Tapároslas!- la gracia había cambiado el humor del cabo -tapároslas antes de que alguien se ahogue en sus propias babas. ¡eh!!eh! de ropas nada, con las manos y por el frío no os preocupéis que enseguida entráis en calor. Cortar las mangas de la camisa, cada cual la suya, y en uno de los extremos hacéis un nudo y echáis por la manga uno cuantos puñados de arena, sin piedritas ¡Eh! que no quiero que queden señales en vuestros lindos y jóvenes cuerpos (Y miraba a Garrido).
-¿Y ahora qué hacemos?
-Pues lo que íbamos a hacer nosotros."Cagarri" dale a "Chiliqui". "Chiliqui" tú a Manu y se acariciaron.
-!Coño!, dar fuerte o os pego un tiro, bujarrones.
Y empezó la fiesta:
"Cagarri" le arreó un mamporrazo a "Manu" que este devolvió. Después le tocó a "Cilipe"
-¡Cabrón! ¿A tu hermano? y un mamporro, ¡Me cago en tu puta madre!
-¡ En mi puta madre, maricón, que es la misma que la tuya. ¡Ya verás cuando se lo diga a mama! ¿Porqué no le das al "Manu"
-¡Porque es mi primo!
-¡Pos me cago en mi puta tía!
-¡Hijo puta, qu´ es mi madre!
-¿ Y a m i qué coño me importa?
-¡Le importará al coño de tu...!
Y allí en la Ribera, la víspera de Nochebuena, tres cuerpos jóvenes se increpaban y se zurraban con ganas sin darse cuenta, en el fragor de la lucha que ya hacía mucho tiempo que estaban solos.

Cuando agotados, fueron conscientes de la situación, magullados miraron alrededor y sólo vieron los tres fiadores, en el mismo sitio donde los habían dejado. De lo demás, ni los calzoncillos.

Como pudieron, llegaron al barrio ocultando su desnudez entre las sombras y cuando fueron preguntados por los golpes culparon de la paliza a los guardias, como era natural. No podían decir a nadie que se la habían dado entre ellos.

Ya cenando, con los hermanos, el día de Nochebuena seguro que algún momento pensaron:

¡Cabrones! pos no son tan malos como toa la gente piensa.

Marcial-Jesús Hueros Iglesias
06012005









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